Un templo para el señor

Quizás lo más importante que hizo Salomón fue construir el templo de Dios en Jerusalén. Se necesitaron siete años para construir el enorme edificio. El templo duraría cuatrocientos años.

Cedro y oro cubrían el templo, por fuera y por dentro. Los mejores trabajadores del bronce, artistas y escultores hicieron figuras bellísimas. Cubrieron el cielo y las paredes con diseños brillantes.

Cuando el templo estuvo terminado, Salomón reunió a todo el pueblo de Dios. Los sacerdotes llevaron el cofre en el que se guardaban los Diez Mandamientos. Lo colocaron en un aposento especial en el templo. Entonces descendió sobre el templo. Una nube que cubría al señor. La gente supo así que el señor estaba muy cerca de ellos.

Salomón oró: “Señor, gracias a ti pude construirte este templo. Gracias a ti mi padre David lo planeó. Pero ni siquiera este templo es lo suficientemente grande ni hermoso para ti. Tú hiciste la tierra y los cielos. Por favor, señor, haz que ese templo sea un lugar donde siempre podamos encontrarte”.

Después, Dios se le apareció a Salomón. Le dijo: “Si haces lo que te digo, viviré en este templo. Oiré las oraciones de las personas que vengan a este sitio”.

Salomón también construyó un palacio magnífico para él. Para terminarlo se necesitaron trece años. La sala del trono era hermosa, con mucho oro y muchas joyas.

Después construyó un hermoso palacio para una de sus muchas esposas. Esta era la hija del Faraón de Egipto. Salomón necesitaba muchos trabajadores para estas construcciones. Todos los hombres de las antiguas tribu enemigas se convirtieron en obreros de Salomón, como también se hicieron los de su propio país.

Salomón era muy rico. Siempre comía en platos de oro. Usaba cuchillos y tenedores de oro. Las copas en que bebía también eran de oro. Inclusive la ropa que llevaba puesta tenía hilos de oro entretejidos.

Lo más importante del reino de Salomón fue la forma tan justa en que juzgaba a su pueblo. Él escribió: “Que las montañas le traigan paz a la gente… Que el rey… Salve a los hijos de los necesitados y destruyan a quien les haga daño”. Por encima de todo, Salomón quería cuidar bien al pueblo de Dios. Él podía hacer esto siempre que obedeciera las leyes de Dios.