Historia de Noé
Hace mucho, mucho tiempo, cuando los dinosaurios aún paseaban por la Tierra, la gente se olvidó de Dios. Dejaron de enseñar a los niños cómo dar gracias a Dios. En lugar de ser amables, las personas preferían hacer cosas malas, decir mentiras y hacer sufrir a los demás.
Dios, con una tristeza tan grande, miró a su creación. Las lágrimas llenaron sus ojos al ver cómo se trataban tan mal unos a otros. Llegó a desear no haberlas creado junto a los demás animales encantadores y asombrosos que vivían en la tierra. Entonces, decidió que era tiempo de hacer un gran cambio.
Pero entre todas las personas, había un hombre que era distinto. Su nombre era Noé, y Noé amaba a Dios. Siempre le pedía ayuda para hacer lo correcto, y siempre escuchaba cuando Dios le hablaba. A Dios le encantaba esto de Noé, y así Noé vivió, lleno de bondad en un mundo que había olvidado cómo ser bueno.
El Arca de Noé
Un día, Dios le habló a Noé. Le dijo, “Voy a limpiar la tierra con una gran lluvia que nunca ha visto el mundo. Pero tú, Noé, serás salvado junto a tu familia. Tienes una tarea muy especial: debes construir un gigantesco barco, un ‘arca’. Te enseñaré cómo hacerlo. Llena este arca con un par de cada tipo de animal y bastante comida. Así estarán a salvo”.
Noé, con su gran corazón lleno de confianza en Dios, aceptó la tarea. Con las instrucciones de Dios, hizo los planos y comenzó a construir el arca.
Cuando el arca estuvo terminada, parecía un gigantesco zoo flotante. Noé y su familia subieron a bordo y dejaron la puerta abierta. Pronto, empezó la procesión más maravillosa que jamás se haya visto. Animales de todo tipo, tamaño y color comenzaron a llegar. Los vecinos de Noé se asomaban para ver qué estaba pasando, con caras de confusión y asombro.
Era un concierto de la naturaleza. Los leones rugían, los burros rebuznaban, los perros ladraban, los pájaros trinaban y las ovejas balaban. Los animales iban entrando al arca de dos en dos. Pequeños gusanos se arrastraban, los caballos danzaban y los conejos saltaban de emoción. Fue un espectáculo hermoso y sorprendente, uno que el mundo no olvidaría.
El Arca de Noé y el Diluvio
Con todos los animales a salvo dentro, Dios cerró y aseguró la puerta del arca. Luego, empezó a llover. Y la lluvia no paraba. Durante cuarenta días y cuarenta noches, la lluvia caía sin cesar desde el cielo.
El arca de Noé flotaba, subiendo más y más alto, llevada por el agua por encima de las montañas. La tierra se inundó y todos los seres vivos se ahogaron. Las personas, los animales, los pájaros, todos perecieron. No quedó ni un solo lugar seco. Solo había agua en todas partes.
Los días se convirtieron en semanas. Noé y su familia permanecieron en el arca, a salvo, mientras el sol se ocultaba detrás de las nubes oscuras.
Dios, fiel a su promesa, hizo soplar un viento fuerte sobre la tierra después de los cuarenta días. Noé despertó una mañana y se percató de un cambio: ya no llovía. Ahora podía oír el chapoteo de las olas contra el arca.
Noé despertó a todos con la buena noticia: “¡La lluvia ha cesado! ¡Gracias a Dios, la tormenta ha terminado!”
Sin embargo, tuvieron que esperar varios meses más para que la tierra se secara lo suficiente para que los animales pudieran salir. ¡Y qué alegría cuando lo hicieron! Saltaron, corrieron y llenaron el aire con sus sonidos de felicidad.
Noé y su familia dieron gracias a Dios por su protección. Y al oírlos, Dios hizo una promesa: nunca más destruiría a todos los seres vivos de la tierra. Para sellar esta promesa, creó el primer arcoíris, un lienzo de colores brillantes en el cielo. Dijo: “Pongo mi arcoíris en las nubes como señal de mi promesa de nunca más inundar toda la tierra”.
Imágenes del Arca de Noé
Si deseas entender mejor acerca de la historia del Arca de Noé, a continuación puedes ver las siguientes imágenes, y estoy seguro de que al ver estas imágenes podrás entender mejor la historia del Arca de Noé.