Historia de la última plaga de Egipto

La última plaga

El faraón no había querido escuchar. A través de Moisés, Dios le había advertido al faraón que enviaría una última plaga. Después de la décima plaga, el faraón finalmente dejó que el pueblo de Israel saliera de Egipto.

Moisés le dijo al faraón: “Morirá el hijo mayor de todas las familias egipcias, sean estas de personas libres o esclavas. También morirán la primera cría de todo animal. Sin embargo, los hijos de las familias hebreas estarán a salvo. Esto será así para demostrarle que Dios establece una diferencia entre su pueblo y el de él”.

El faraón no creía que algo así sucediera. Eso significaría la muerte de su propio hijo. Los egipcios iban a perder todos los becerros, los cabritos y los corderos. El faraón temblaba de ira. ¡Cómo se atrevía un hebreo a amenazarlo así!

El faraón decidió no creer en el poder de Dios. Cerró su mente y se dijo: “Esto no podría suceder nunca”.

“¡Sal! ¡Sal de aquí!”, le gritó a Moisés. Moisés se alejó del faraón.

La pascua judía

El pueblo de Israel tenía miedo. Cuando oyeron lo que Dios iba a hacer se preguntaban: “¿Cómo estaremos a salvo?”

Moisés les dijo que Dios tenía reglas especiales para ellos. Esa noche, todos los que cumplieran las reglas de Dios estarían protegidos.

La noche de la última plaga se llamó la Pascua y fue cuando Dios pasó de largo por las casas del pueblo de Israel. Dios los mantuvo a salvo.

Moisés le dijo al pueblo de Israel que siempre debería recordar la noche de Pascua. Deberían contarle la historia de lo que pasó a sus hijos y a los hijos de sus hijos y así a todos los descendientes.

La noche de Pascua, el pueblo de Israel comió cordero y pan. Antes de comer, pintaron el exterior de las puertas de las casas. Para eso usaron la sangre del cordero que se iban a comer. Así, cuando el Señor pasara por Egipto, sabría cuáles casas dejar a salvo. De ese modo sabría dónde vivía el pueblo de Israel.

Al descubrir al hijo muerto en cada hogar egipcio, un grito de dolor invadía todo país. Todos los padres egipcios lloraron esa noche. Y el pueblo de Israel esperaba. Ellos sabían que estaban a salvo porque eran el pueblo escogido por Dios.

Cuando el faraón vio a su hijo mayor muerto en la cama, se dio cuenta de que la culpa era suya. Nada de esto habría sucedido si hubiera hecho caso a Aarón y a Moisés.

Entonces el faraón mandó a llamar a Moisés y Aarón esa noche y les dijo: “¡Váyanse! ¡Ustedes, la gente y todos los animales!”

Se oyó que tocaban en todas las puertas de los israelitas: “¡Es hora de irnos!” Reunieron sus pertenencias, su ganado y sus ovejas, y se fueron de Egipto. Ahora estaban camino hacia la tierra que Dios les había prometido.