
Historia de las Diez Plagas de Egipto
Plagas terribles
Cuando el faraón dijo que no, Dios castigó a los egipcios por no dejar salir a su pueblo.
Dios le envió diez plagas a Egipto. Las plagas son desastres naturales que suceden todos al mismo tiempo y en un mismo lugar. El faraón llamó a sus adivinos y sabios para que hicieran desaparecer las plagas. Sin embargo, Dios quitaba las plagas solo cuando Moisés se lo pedía.
Con la primera plaga, el agua se convirtió en sangre. Cuando Moisés extendió su bastón sobre el Río Nilo, lo convirtió en un río de sangre. Todos los arroyos y los canales, los pozos y las lagunas se llenaron de sangre. Los peces murieron y el río olía a podredumbre.
Una semana después Dios le dijo a Moisés que de nuevo pidiera al faraón que dejara salir a los israelitas. Le dijo también que le advirtiera al faraón que si no obedecía, Dios llenaría el Nilo de ranas.
Cuando el faraón dijo que no, aparecieron miles y miles de ranas. Salieron del río, de los arroyos y los canales, y cubrieron todo Egipto. Hasta entraron en las casas. La gente se despertó al oír cómo croaban.
El faraón le pidió a Moisés que alejara las ranas. Moisés oró y todas las ranas murieron. Pero aún así el faraón no creía en Dios y no dejaba salir a su pueblo.
Dios envió una gran plaga de mosquitos. Los egipcios tenían que cubrirse la boca para hablar. De otro modo los mosquitos se les metían hasta la garganta. Después Dios envió una plaga de otras moscas más grandes.
Dios envió enfermedades que atacaban al aganado. La piel de la gente y el cuero de los animales se ponían roja y les picaba mucho.
Dios envió tormentas y granizos. El viento sopló con mucha fuerza y llegaron grandes nubes de langostas. Se comieron todo lo verde que encontraron. Al poco tiempo no había nada que comer en Egipto. Solo había ramas secas y talos sin hojas.
Finalmente, Dios hizo que el sol dejara de salir durante tres días. En vez de tener día y noche, solo había noche, oscuridad y más oscuridad.
Dios le dio al faraón una y otra oportunidad. Pero el faraón no cambiaba de opinión. Aún así, no dejaba que el pueblo de Israel se fuera. Después de que Dios hizo que el sol no saliera durante tres días, el faraón estaba tan enfadado que le gritó a Moisés: “¡Quítate de mí Vista!”