Moisés y el agua amarga de Mara

Sin nada que beber

Cuando el Faraón y sus hombres se ahogaron, los israelitas cantaron y bailaron. Estaban muy contentos de estar a salvo. Miriam, la hermana de Moisés, dirigía el baile de las mujeres. Entraban y salían de uno y otro de los grupos alrededor de las hogueras. Ella tocaba la pandereta mientras lo seguían las demás mujeres.

Moisés cantó una canción sobre el gran poder y la fuerza de Dios.

Moisés de dio gracias a Dios por salvar a su pueblo y por sacarlos de Egipto.

Pronto llegó el día en que debían seguir el viaje. Iban siguiendo la columna de nubes de Dios.

Caminaron por el desierto durante tres días. Durante todo ese tiempo no pudieron encontrar agua para beber.

Se detuvieron junto a una laguna de agua mala. Si tomaban de esa agua se enfermarían. Ver el agua y saber que no podían tomarla los hizo aún más sed.

Dos millones de personas sedientas comenzaron a quejarse. Le gritaban a moisés: “¿Que nos has hecho? Nos estamos muriendo de sed. Podríamos estar a salvo en nuestros hogares, en Egipto. Al menos ahí teníamos agua, frutas y pescado. ¡Aquí no tenemos nada!”

Y la gente se había olvidado que Dios les había prometido cuidarlos.

Moisés llamo a Dios. El señor le mostró un trozo de madera. Moisés lanzó la madera en la laguna. Al gua se hizo potable. La gente se abalanzó en la laguna, riendo y jugando, Ahora podrían tomar hasta saciar la sed.

Moisés les dijo. “Siempre recuerden que el señor en verdad los cuida”. Y para probarlo, Dios guío a que el agua brotaba del suelo. Habían palmeras para dar sombra a las tiendas. Era un lugar perfecto para establecer el campamento. El señor de nuevo los había cuidado.

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