La Tentación de Jesús en el desierto
El diablo le pone una trampa a Jesús
Después de que fue bautizado en el río, Jesús se retiró a orar en el desierto. El enemigo de Dios se encontró ahí con Jesús. El enemigo de Dios, el diablo, se encontró ahí con Jesús. Quería deshacer los planes que Dios tenía para Jesús. Al diablo le disgusta que la gente se acerque a Dios.
Jesús era el hijo de dios. Podía tener todo lo que quisiera. El enemigo de dios quería que Jesús usara su poder en forma equivocada. Por eso tentó a Jesús.
Jesús estuvo en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches.
Durante todo ese tiempo no comió nada. Esa era la forma en que Jesús concentraba su pensamiento en Dios.
El enemigo de Dios sabía que Jesús tenía hambre. Primero trato de tentar a Jesús con comida: “Si eres el hijo de Dios, has que esta piedra se convierta en pan”.
Jesús sabía que era más importante hacer lo que Dios quería. Le contestó: “La comida no es lo más importante en la vida. Lo que es realmente importante es estar cerca de Dios y hacer lo que él manda”.
Entonces el enemigo de Dios llevo a Jesús en el sitio más alto. Le mostro todos los castillos y reinos del mundo. “Si tú me llamas rey, te daré todos estos reinos”.
Jesús le dijo: “Yo solo sirvo a Dios, el señor”.
Finalmente, el diablo llevó a Jesús a Jerusalén. Lo sentó en la parte más alta del templo. Ese era un sitio muy alto. “Salta”, le dijo el diablo. “Si dios en verdad te ama, enviará a sus ángeles para que te salven”.
“No debes poner aprueba al señor tu Dios”, le dijo Jesús. “Ahora vete. No voy hacer lo que quieras. ¡Vine a hacer lo que dios desea que haga!”
Cuando el enemigo de Dios se fue, los ángeles llegaron a cuidar a Jesús. Cuando Jesús dejo el desierto, se enteró que el rey Herodes había encarcelado a Juan el Bautista. La noticia entristeció mucho a Jesús.