Jesús camina sobre las aguas

Jesús camina sobre las aguas

Después de alimentar a miles, Jesús les dijo a sus discípulos que subieran nuevamente a la barca. «Vayan delante de mí hasta la otra orilla».

Entonces se volvió hacia la multitud. «Cálmense, cálmense». La gente aclamaba su nombre. Después de todo, él había encontrado la forma de darles comida gratis. Pero Jesús les dijo: «Ahora váyanse a casa». Aunque había miles y miles de personas, lo escucharon.

Una vez que se fue la gente, Jesús se alejó solo. Subió a una montaña cercana y oró hasta que oscureció. Mientras tanto, los discípulos habían estado tratando de cruzar hasta la otra orilla del lago. No era fácil hacerlo en la oscuridad. El viento había cambiado de dirección y había empezado una tormenta.

En el momento más oscuro de la noche, la tormenta empeoró. El viento venía de todas direcciones y al mismo tiempo. Todavía les faltaban cinco o seis kilómetros para llegar a la orilla cuando Juan gritó: «¡Veo un fantasma! ¡Hay algo caminando sobre el agua!» Pero por supuesto no era ningún fantasma. La persona que vieron pasar junto a la barca era Jesús.

Jesús les dijo: «No teman. Soy yo, Jesús». Los discípulos se refugiaron en un extremo de la barca. Estaban demasiado asustados para creerle.

Pedro camina sobre el agua

El viento soplaba fuerte. Alrededor de la barca se levantaban olas inmensas. Entre el grupo de hombres asustados, uno se puso de pie. Era Pedro. «¡Es Jesús!», les dijo a los demás. Luego dio un paso hacia adelante pare ver mejor.

Los pies del Señor a duras penas tocaban el agua. Pero él no se hundía. Jesús dio un paso hacia la barca. Pedro gritó: «Señor, si eres tú, ordéname que me acerque a ti sobre el agua».

Jesús le dijo: «¡Ven!» Pedro sacó un pie del bote. Bajó y bajó y luego se detuvo. Luego sacó el otro pie del bote y se puso de pie. ¡No se hundió!

Dio un paso hacia adelante. Luego otro y otro, siempre mirando a Jesús al rostro. ¡Pedro estaba caminando sobre el agua!

Después de dar unos cuantos pasos, Pedro oyó el viento que soplaba. Y miró hacia abajo. En vez de mirar a Jesús y confiar en él, Pedro sintió miedo. Vio las olas a su alrededor. «¿Cómo es posible que camine sobre las aguas?», se preguntó. En el momento en que Pedro comenzó a dudar, comenzó a hundirse. «¡Socorro! ¡Señor, sálvame!», gritaba.

Jesús extendió su mano y tomó a Pedro. Jesús le dijo: «¡Ay, Pedro, Pedro! ¿Dónde está tu fe? ¿Por qué dudaste?»

Jesús y Pedro subieron nuevamente a la barca. Cuando estuvieron a salvo en la barca, el viento cesó de repente. Los discípulos estaban maravillados. Cayeron de rodillas y adoraron a Jesús. No solo habían visto cómo Pedro caminaba sobre el agua, sino la forma en que Jesús controlaba hasta el viento y el mar.