José y la Esposa de Potifar

José tiene que trabajar mucho

José viajo muy, muy lejos con los mercaderes de esclavos. “Dios, mi Señor”. Susurraba bajo el sol ardiente, “no sé cómo serán las cosas en Egipto. Quizás tenga que cargar piedra para que los egipcios construyan las pirámides. Pero, señor, sé que donde quiera que esté, tu estarás ahí. Por favor, ayúdame”.

De noche, mientras miraba las estrellas, José oraba por su familia.

“Creo saber por qué mis hermanos me hicieron esto. Yo actué con demasiado orgullo. Lo siento, señor.

Por favor cuida en especial a mi hermano benjamín. Y por favor cuida a mi padre para que un día lo pueda ver de nuevo”.

Después de muchos días de viaje, la caravana llego a una gran ciudad.

Vendieron a José en el mercado de esclavos. Cuando José vio a su nuevo dueño, supo que Dios lo estaba cuidando

El hombre que compro a José se llamaba Potifar. Tenía mucho dinero, per, sobre todo, pero sobre todo era muy amable.

José no tenía que acarrear ladrillos para las pirámides. En vez de eso podría trabajar en la casa de Potifar.

José trabajaba mucho para Potifar.

Él siempre trataba de tener algo que hacer. Cada vez que hacia algo, José se preocupaba para hacerlo bien, de modo que Dios estuviera satisfecho.

Al principio José limpiaba la casa. Después supervisaba el trabajo del campo y cuidaba de que las comidas se prepararan bien. Al poco tiempo, Potifar encargó a José de todo lo que tenía. ¡Lo único que Potifar tenía que hacer era decidir lo que quería cenar cada noche!

En la prisión

Mientras trabajaba para Potifar, José se hizo un hombre. Todos los trabajo que hacía, los hacia bien.

Un día, la esposa de Potifar pensó: “ah, José están guapo. Mi esposo se fue de viaje por unos días. Quizás pueda hacer que José se acueste conmigo”.

Entonces le dijo a José que fuera a su habitación.

Cuando José llegó, la esposa de Potifar le dijo: “ven conmigo a la cama, José. Eres tan guapo y fuerte. Ven y bésame”.

José sabía que a muchos hombres les gustaría hacer lo que la esposa de Potifar le estaba pidiendo. Pero José no hizo lo que ella pedía. Potifar le había confiado muchas cosas a José.

Además, a Dios no le gustaría que José traicionara esa confianza.

José dijo no con la cabeza. “usted es muy hermosa”, le dijo, “pero no estaría bien”.

La esposa de Potifar se ofendió de que un esclavo la rechazara. Ella trato de obligar a besarla. Él la hizo a un lado y salió corriendo, pero ella arranco un pedazo de la túnica de José.

Cuando Potifar regresó a casa, la esposa le enseño el trozo de la túnica de José y le dijo una mentira: “¡José me ataco! Y tú creías que podías confiar en él. ¡ja! Qué clase de hombre tan horrible has traído a nuestra casa”. Potifar le creyó a su esposa. Llamo a los guardias y les dijo que enviaran a José a la prisión.

“¡y que nunca salga de allí!”, gritaba mientras se llevaban pionero a José.