La familia se divide

Esaú no podía creer que su hermano menor lo hubiera engañado por segunda vez. La primera vez, Jacob se había adueñado de su derecho a heredar todas las riquezas que Isaac le dejaría. Luego Jacob se había robado su bendición, la protección de Dios para el futuro. Esaú estaba tan furioso que decidió matar a su hermano.

Rebeca descubrió el plan de Esaú y le avisó a Jacob. «Tendrás que irte muy lejos. Vete y quédate con mi familia», le dijo. Jacob empacó sus cosas, se despidió rápidamente y luego desapareció en el desierto.

Cuando Esaú se enteró, ya Jacob no estaba. Esaú sabía que era inútil tratar de perseguirlo. Entonces se quedó con sus padres, y los cuidó cuando se hicieron viejos. Es cierto que Esaú no tenía la bendición de su padre y que había sido lo suficientemente tonto como para cambiar su herencia por un plato de potaje, pero Esaú sabía que era un honor cuidar a sus padres mientras envejecían. Esaú se haría cargo de mantener a la familia unida hasta que regresara Jacob.