David Huye de Saúl
Jonatán salva la vida a David
No se podía confiar en Saúl. Una tarde, David estaba tocando el arpa para Saúl. De repente, ¡Saúl saltó de su trono y tomó la lanza! La arrojó con todas fuerzas hacia David. David huyó de la habitación tan rápido como pudo. Apenas pudo escapar.
Esa noche, Mical, la esposa de David, le ayudó a escapar de los soldados de Saúl. David se dirigió a casa de Samuel. Le contó todo lo que había pasado. Entonces David regresó y encontró a Jonatán.
“¿Qué hice mal?”, se lamentaba. Jonatán y David hicieron un plan. Se pusieron de acuerdo sobre una señal.
Jonatán le hablaría a Saúl sobre David. Después Jonatán iría al campo a practicar con el arco y la flecha. Si Saúl realmente quería atrapar a David y matarlo, Jonatán le gritaría al joven que recogía las flechas: “¡Mira! ¡Las flechas están delante de ti!” esa sería la señal para David.
Jonatán se fue con David al campo donde pronto se encontrarían de nuevo. Los dos jóvenes se sentían muy cercanos. Jonatán le pidió a Dios: “¡Sé nuestro testigo! Si mi padre quiere hacerle daño a David y no le aviso, haz que el señor me castigue. Haz que mis hijos y los de él sean amigos para siempre, aún después de que el señor destruya a todos los enemigos de David!”
Entonces David se escondió en el campo. Jonatán regreso a esperar a su padre.
Dos días después, Jonatán le preguntó a Saúl por David. Su padre se puso iracundo. Saúl inclusive lanzó a lanza contra Jonatán, pero no dio en el blanco.
A la mañana siguiente, Jonatán corrió al campo con su arco y su flecha. Disparó una flecha y le dijo al joven que la buscaba: “¡Mira! ¡Las flechas están delante de ti! ¡Corre!”
Luego envió al muchacho a casa. David salió del escondite.
David cayó al suelo a los pies de Jonatán. Los dos amigos estaban tan tristes que lloraron abrazados. Los dos jóvenes sabían que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran verse de nuevo.